Dedicamos la última sesión virtual de nuestro club de lectura a Antonio Machado, uno de nuestros más grandes poetas, cuya obra se considera cumbre en la poesía española.

Comentamos y también leímos Soledades, galerías y otros poemas, que nos trajo recuerdos de la infancia, de lecciones escolares casi olvidadas y de reuniones de juventud, reivindicación y cantautores. Porque la obra de Machado, con más de 100 años de historia, es muy conocida, ha trascendido y ya forma parte de nosotros, de nuestro imaginario.
El amor, la muerte, la soledad, lo efímero de la existencia, son temas presentes en la poesía de Machado, en la que queda reflejada su visión de las dos Españas, que le costó el exilio.
Impresiona su trayectoria vital, su amor por quien fue su esposa siendo aún adolescente, y su desgraciado final. Miguel Barrero, escritor y actual director de la Fundación Municipal de Cultura, Educación y Universidad Popular de Gijón, en su novela Camposanto en Collioure rememora la vida de Machado a través de un viaje al pueblo donde descansan los restos de este autor.

Pocas veces hemos elegido poesía para leer en este club, a pesar de ser el género literario por excelencia, pero mereció la pena. Coincidimos en que la lírica no está pensada para leerla del tirón como una novela, sino para hacerlo de forma pausada, mejor en voz alta, parándose y escuchándola, y sintiendo y disfrutando su musicalidad y su estructura perfecta, que la han hecho tan fácil de cantar. Y así lo hicimos. Rafa nos leyó algunos de sus poemas preferidos, y también nos animamos alguna de nosotras. Uno de esos poemas, Recuerdo infantil, nos llevó a esa «tarde parda y fría de invierno» con la que comienza la película La lengua de las mariposas, basada en varios cuentos recogidos en El lápiz del carpintero de Manuel Rivas, homenaje inolvidable a los maestros de la república.
Y nos despedimos hasta el otoño, deseando continuar con las sesiones, virtuales o quizás ya presenciales, o híbridas, como nos planteamos ahora con esta «nueva normalidad» post coronavirus que nos tocará vivir. Pero, antes de finalizar la reunión, Chelo nos regaló estos versos que quisieron ser un homenaje y recuerdo a aquella tarde en la que nuestra compañera Joaquina compartió bajo un árbol en su jardín la lectura de Machado con su nieta de ocho años.
Estampa primaveral
en una tarde de mayo.
Una abuela con su nieta
están leyendo a Machado bajo la sombra de un árbol.
!Qué recuerdo más precioso tendrá esa niña algún día!
de esa abuela tan querida que le hizo amar la poesía.
¡Feliz verano!