CLA DE LA CAMOCHA "CON AROMA A CAFÉ"

Una novela palestina para inaugurar el año

Comenzamos 2021 leyendo El azul entre el cielo y el agua de la escritora Susan Abulhawa, una obra que aborda el conflicto palestino-israelí a través de la historia familiar de Nazmiyeh, una mujer que lucha por mantener unida a su familia en los apenas 360 km2 que conforman la Franja de Gaza, desde los primeros enfrentamientos que provocan el éxodo de la población árabe a ese territorio a mediados del siglo XX, hasta la actualidad.

La novela gustó mucho, especialmente por la delicadeza y humanidad con la que se cuenta la historia. Un relato con un trasfondo político muy potente, lleno de detalles autobiográficos que la autora equilibra, dosifica y barniza, huyendo de la objetividad y pasando de puntillas sobre el conflicto (quizás por haberlo vivido en primera persona), porque, creemos, no pretende hacer un tratado histórico, ni dar lecciones de geopolítica, sino centrarse en la ficción familiar de unos personajes que viven y mueren en Gaza, que sufren, que ríen, que sueñan, que esperan, que aman… Lo que para alguna de nosotras esto haya «restado garra» a la novela y la deje «un poco coja».

Y es que, a pesar de la tragedia, Susan Abulhawa escribe una novela de amor y humor, una historia dulce, que rezuma espiritualidad, sobre la vida cotidiana de unas personas asentadas en el primer territorio del mundo convertido en campo de refugiados, en el que desgraciadamente la historia vuelve a repetirse, con otros protagonistas, con otras víctimas y verdugos, y donde vuelven a cometerse las mismas barbaridades. Un territorio en el que la red de túneles excavados en la frontera son vías clandestinas de comunicación y suministro, pero también causa de enfermedad y muerte; y en el que se producen vergonzantes ignominias como convertir el cálculo exacto de calorías del abastecimiento permitido a la población refugiada en cruel arma de tortura.

La novela está bien estructurada, con capítulos muy breves que hacen muy fácil y ágil su lectura, lo que posiblemente también sea mérito de la traductora de la obra.

Es una historia de mujeres -que no para mujeres- con personajes femeninos fuertes y empoderados, como la enérgica y deslenguada Nazmiyeh, que lucha por sus hijos y por mantener unida su familia, o Nur, tan semejante a Mariam, junto a la que ha heredado la disparidad del color de sus ojos, y cuyo mayor deseo es reencontrarse con su familia perdida y volver a su hogar.

Destaca la relación que las mujeres mantienen entre sí. Caracteres fuertes que ríen y lloran juntas, que luchan juntas, y se apoyan las unas a las otras en una suerte de camaradería inquebrantable, en la que también se producen muchos y buenos momentos de intimidad, y en ocasiones divertidas conversaciones subidas de tono, que tanto nos han recordado a las que tradicionalmente se producían en los lavaderos de nuestros pueblos y aldeas.

Los personajes masculinos están más desdibujados, aunque algunos de ellos son verdaderamente entrañables, como el abuelo de Nur, que ama a su nieta hasta el punto de arruinarse por conseguir su tutela, y con la que inicia la «lista de buenas palabras» para conjurar el miedo y la soledad, todo un guiño a la bondad y al saber ver el lado positivo de las cosas; o el tío Santiago, adicto a la heroína, que no es capaz de protegerla del desafecto de su madre y la maldad de su padrastro; o Jaled, el nieto de Nazmiyeh, que una enfermedad lo tiene atrapado entre la vida y la muerte, y que es la voz de la conciencia en esta historia.

Por otra parte, sorprende que la autora no haya desarrollado más los personajes del padre y la madre de Nur, de los que poco conocemos, aunque quizás los detalles no importen demasiado.

La obra rezuma espiritualidad oriental, expresada desde el principio de la novela en ese poema que se repite como un mantra, y simboliza la importancia el aquí y el ahora en la vida de los personajes.

Ese «azul entre el cielo y el agua» es el punto de contacto entre los vivos y los muertos, un limbo atemporal donde se encuentra Jaled, donde mora el recuerdo, un lugar sin sentimientos, semejante al estado catatónico en el que adolece el pueblo palestino.

La novela nos recordó a otras que ya leímos como Mil soles espléndidos o Cometas en el cielo de Khaled Hosseini, El dios de las pequeñas cosas de Arundhati Roy, o incluso La casa de los espíritus de Isabel Allende, por la magia que está presente en muchos momentos de la obra, como en el don que permite a las niñas de la familia ver el aura de las personas, o el poder de Nazmiyeh para convocar al yenn Surimán; aunque la dureza del conflicto en el que viven los personajes aleje esta novela del realismo mágico hispanoamericano y se perciba más como expresión de la espiritualidad oriental.

El azul entre el cielo y el agua es una novela de exilio y desarraigo, de esperanza y resilencia, que habla de la necesidad que tienen las personas de aferrarse a sus raíces y del ansia de encontrar la propia identidad. Y su final no es el final. Las mujeres fijan su mirada en el limbo azul y permanecen, como lo hace el conflicto, que no concluye, que no avanza… Y la vida sigue sin cambios, habitando el territorio de la nada. ¿Habría sido posible otro final? Creemos que cualquier otro no habría estado acorde con la realidad.

Guía de lectura de El azul entre el cielo y el agua

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