El que busca la verdad corre el riesgo de encontrarla
Manuel Vicent

Vivir a tope. Exprimir cada segundo. Balancearse al borde del abismo. Sumergirse en las profundidades del mar. Pisar el acelerador a fondo. Surcar los aires. Retar al destino. Sentir la muerte en los talones y las gotas de sudor deslizándose por tu frente. La adrenalina se dispara y entonces comprendes que el día menos pensado puede ser el último, y que habrá uno que lo sea, pero que no tienes que desfallecer, que tienes que volcarte en tu objetivo, concentrarte en ese punto final, mantenerte alerta e ir a por él superando cualquier obstáculo, incluso los de tu mente. No puedes dejar que nada ni nadie te distraiga. Es tu vida la que está en juego. Y la de esa persona con la que compartes esos momentos de tensión y que, en ese instante decisivo, quizá sin pretenderlo quién sabe te revela un secreto. Después de ese breve diálogo tu corazón se
para, tu mente se bloquea, el aire no llega a tus pulmones. ¿Por qué tenía que decirlo en ese momento fatal? No puedes pensar, no puedes. Pero tienes que seguir. Hay que continuar, hay que llegar hasta el final. No hay vuelta atrás. Allí en medio, en ese lugar que te habían descrito con unas reveladoras pinceladas, descubres tu verdad.