TALLER DE CREACIÓN LITERARIA DE EL LLANO

El género dramático

Desde la Antigüedad, el ser humano ha sentido la necesidad de imitar, de representar y de dar forma artística a los acontecimientos narrados, conjugando diálogo vivo y actuación escénica, o sea, texto y espectáculo. A esa combinación de texto y representación se le llama teatro o género dramático.

La composición de una obra dramática se inicia con la elaboración de un texto escrito o texto dramático.

Elementos de un texto dramático

Los actos: constituyen la división más importante de una obra dramática. Se inician y acaban con la subida y la bajada del telón y entre ellos suele haber un descanso. Tienen unidad temática. El paso de un acto a otro suele implicar cambios en el espacio y en el tiempo de la historia y, normalmente, una modificación del escenario. El número de actos ha variado con el tiempo, pero lo más frecuente es que haya tres.

Los cuadros: es la división a la que se somete a veces a los actos. A menudo se distinguen por un simple cambio de escenografía. No suelen exigir bajada de telón ni descanso.

Las escenas: forman parte de un acto. Normalmente, hay un cambio de escena cuando sale o entra algún personaje.

El diálogo: este constituye uno de los rasgos más importantes del texto dramático. Consiste en la interacción entre los personajes presentes sobre las tablas.

El monólogo o soliloquio: es una conversación de un personaje consigo mismo. Los monólogos simulan un pensamiento en voz alta del intérprete, lo que permite que manifieste su voz interior frente a la audiencia.

El parlamento: intervención hablada y de cierta extensión de un actor.

Los personajes: permiten que avance la acción dramática. Suelen representar a personas, pero en algunas obras de teatro (por ejemplo, los autos sacramentales) pueden dar vida a abstracciones (la Vida, la Muerte, las Virtudes…). Los personajes se subdividen, según la importancia que adquieren en la obra, en personajes principales y personajes secundarios.

Las acotaciones: son indicaciones que propone el autor. Pueden versar sobre temas diversos: forma del decorado y colocación de los muebles, posición de los actores, formas de actuar, así como observaciones sobre los gestos y movimientos del cuerpo… Suelen colocarse entre paréntesis.

Los apartes: son mensajes que los actores dirigen al público aparentando que el resto de los personajes en escena no lo oyen. Constituyen un recurso importante para informar al auditorio de pensamientos o hechos que el público necesita conocer y que el resto de los actores no debe saber para el buen desarrollo de la trama. En el texto, suelen colocarse entre paréntesis.

Ejemplo de un texto dramático

Habitación blanquísima del interior de la casa de Bernarda. Muros gruesos. Puertas en arco con cortinas de yute rematadas con madroños y volantes. Sillas de anea. Cuadros con paisajes inverosímiles de ninfas o reyes de leyenda. Es verano. Un gran silencio umbroso se extiende por la escena. Al levantarse el telón está la escena sola. Se oyen doblas las campanas. Sale la CRIADA.

CRIADA. Ya tengo el doble de esas campanas metido entre las sienes.

LA PONCIA. (Sale comiendo chorizo y pan.) Llevan más de dos horas de gori-gori. Han venido curas de todos los pueblos. La iglesia está hermosa. En el primer responso se desmayó la Magdalena.

CRIADA. Es la que se queda más sola.

LA PONCIA. Era la única que quería al padre. ¡Ay! ¡Gracias a Dios que estamos solas un poquito! Yo he venido a comer.

CRIADA. ¡Si te viera Bernarda!…

LA PONCIA. ¡Quisiera que ahora como no come ella, que todas nos muriéramos de hambre! ¡Mandona! ¡Dominanta! ¡Pero se fastidia! Le he abierto la orza de los chorizos.

CRIADA. (Con tristeza, ansiosa.) ¿Por qué no me das para mi niña, Poncia?

LA PONCIA. Entra y llévate también un puñado de garbanzos. ¡Hoy no se dará cuenta!

VOZ. (Dentro.) ¡Bernarda!

LA PONCIA. La vieja. ¿Está bien cerrada?

CRIADA. Con dos vueltas de llave.

LA PONCIA. Pero debes poner también la tranca. Tiene unos dedos como cinco ganzúas.

VOZ. ¡Bernarda!

LA PONCIA. (A voces.) ¡Ya viene! (A la CRIADA.) Limpia bien todo. Si Bernarda no ve relucientes las cosas me arrancará los pocos pelos que me quedan.

CRIADA. ¡Qué mujer!

LA PONCIA. Tirana de todos los que la rodean. Es capaz de sentarse encima de tu corazón y ver cómo te mueres durante un año sin que se le cierre esa sonrisa fría que lleva en su maldita cara. ¡Limpia, limpia ese vidriado!

CRIADA. Sangre en las manos tengo de fregarlo todo.

LA PONCIA. Ella, la más aseada; ella, la más decente; ella, la más alta. ¡Buen descanso ganó su pobre marido!

(Cesan las campanas.)

La casa de Bernarda Alba, Federico García Lorca

Anuncio publicitario
TALLER DE CREACIÓN LITERARIA DE EL LLANO

Sesión del 9/03/2023

En la sesión del día de hoy, tras la lectura de los textos escritos por los alumnos, los cuales consistían en la construcción de un mundo imaginado basado en la teoría de los mundos posibles; se explicó en qué consistía el género dramático y cuáles son los elementos que componen un texto de estas características.
Planteada la teoría, el alumnado tiene como ejercicio escribir una escena teatral siguiendo la explicación aportada por el profesor. Para que sea más fácil, pueden optar por elaborar una historia para después seleccionar una escena de esta para ser desarrollada. Asimismo, se puede tomar un texto que ya hayan escrito y transformarlo en una escena teatral.

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA DE EL LLANO

Sesión del 9/02/2023

En la sesión del día de hoy simplemente se leyó los textos preparados por los alumnos y que tenían como objetivo potenciar la imaginación.
Como ejercicio, el profesor les propuso que participasen en la VIII Edición del Concurso Literario Salud y Mujer, organizado conjuntamente por la Escuela Municipal de Salud, la Biblioteca As Quintas y la Concejalía de Igualdad del Ayuntamiento de El Franco.
El concurso tiene como máxima extensión 4 hojas, pero para el taller se reducirá a 2 caras como máximo porque sino no da tiempo a leer a todos.
Para aquellos que quieran participar en el concurso, recordad que el plazo de presentación es hasta el lunes 20 de febrero de 2023.

Bases del concurso:
Contenido de los relatos: Los relatos deberán ser obras originales e inéditas, prosa o verso, podrán ser escritos tanto en castellano o en gallego-asturiano, y tendrán una extensión máxima de 4 hojas, escritas en formato Word, letra Times New Roman, tamaño 12 y deberán ceñirse al tema en cualquiera de sus manifestaciones.
Requisitos de los/as participantes: Podrá participar cualquier persona, mayor de edad y de cualquier nacionalidad. El/la concursante garantiza que el relato que presenta es original e inédito y, por lo tanto, que no es plagiado, ni total ni parcialmente, ni está sujeto a contratos de cesión o licencia a terceros con derechos de autor o de propiedad intelectual u otro derecho. Si con anterioridad a la fecha de la entrega efectiva del premio, el relato ganador fuera editado o publicado o se tuviera conocimiento de que se encuentra pendiente de fallo en otro concurso, el participante perderá el derecho al premio, reservándose el jurado el derecho a adjudicarlo a otro finalista o dejarlo desierto.
Recepción de obras: Las obras se remitirán por correo electrónico al siguiente correo: biblioteca@elfranco.es o en mano en la misma biblioteca. El autor/a enviará la obra sin firma ni pseudónimo, en un archivo Word y en otro archivo adjunto enviará sus datos personales y de contacto. En caso de entregarlo en mano, se entregará el relato en un sobre cerrado y acompañado de otro sobre con sus datos personales.
Plazos: Se recibirán las obras desde el lunes 23 de enero al lunes 20 de febrero.
Premios: 1º y 2º premio. Se entregarán el día de los actos en torno al 8 de marzo.
Jurado: El jurado estará integrado por personas del ámbito cultural que la organización del certamen designe. Sus decisiones serán inapelables. La participación en este concurso implica la aceptación sin reservas de estas bases.

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA DE EL LLANO

Sesión del 26/01/2023

En la sesión del día de hoy, tras la lectura y análisis de los textos hechos por las alumnas en Navidad, se explicó cómo la imaginación era uno de los pilares fundamentales de la escritura.
Para practicarla, toda la clase jugamos al cadáver exquisito, un juego ideado a principios del siglo XX que consiste en escribir un texto conjuntamente, pero sin saber lo qué ha escrito la persona anterior.
Como ejercicio para la siguiente sesión, los alumnos tienen que escribir un relato contestando alguna de las preguntas planteadas por el profesor y que adjunto a continuación.

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA DE EL LLANO

Sesión del 15 de diciembre de 2022

En la sesión del día de hoy, tras la lectura y análisis de los microrrelatos y textos escritos por las alumnas, trabajamos la técnica narrativa conocida como el «arma de Chéjov». Esta consiste en que cada elemento de la narración debe ser necesario e irremplazable, sino no es así, este resta y aburre al lector.

Como esta fue la última clase antes de las vacaciones de Navidad, no hemos mandado ningún ejercicio. Ahora bien, el profesor anima a que se siga escribiendo durante el periodo vacacional y los escritos resultantes serán leídos en la primera sesión del próximo año.

Sin nada más que añadir, feliz Navidad y próspero año nuevo.

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA DE EL LLANO

Sesión del 1 de diciembre

En la sesión del día de hoy, tras la lectura y análisis de los microrrelatos escritos por las alumnas, trabajamos ejemplos de microrrelato de varios autores, como Kafka, Borges, Monterroso… El ejercicio consistía en deducir entre todos las características del microrrelato y ver la diferentes técnicas que se usan en su construcción.

Como ejercicio para la siguiente clase, el profesor propuso dos ejercicios, a elegir uno entre el alumnado. El primero consiste en escribir un microrrelato o varios aplicando las características vistas en clase y tendrá una extensión entre 100 y 120 palabras; por otro lado, el segundo ejercicio se basa en la redacción de un relato, con una extensión máxima de 3 caras, que parta de alguno de los microrrelatos expuestos en clase (el de las alumnas o el de los autores propuestos). En otras palabras, se debe desarrollar los microrrelatos en cuestión hasta convertirlos en un relato.

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA DE EL LLANO

Microrrelatos (sesión del 1 de diciembre)

Ordené que trajeran mi caballo del establo. El sirviente no entendió mis órdenes. Así que fui al establo yo mismo, le puse silla a mi caballo y lo monté. A la distancia escuché el sonido de una trompeta y le pregunté al sirviente qué significaba. Él no sabía nada ni escuchó nada. En el portal me detuvo y preguntó:

—¿Adónde va el patrón?

—No lo sé —le dije—, simplemente fuera de aquí, simplemente fuera de aquí. Fuera de aquí, nada más, es la única manera en que puedo alcanzar mi meta.

—¿Así que usted conoce su meta? —preguntó.

—Sí —repliqué—, te lo acabo de decir. Fuera de aquí, esa es mi meta.

La partida, Franz Kafka

En un desierto lugar del Irán hay una no muy alta torre de piedra, sin puerta ni ventana. En la única habitación (cuyo piso es de tierra y que tiene la forma de círculo) hay una mesa de maderas y un banco. En esa celda circular, un hombre que se parece a mí escribe en caracteres que no comprendo un largo poema sobre un hombre que en otra celda circular escribe un poema sobre un hombre que en otra celda circular…El proceso no tiene fin y nadie podrá leer lo que los prisioneros escriben.

Un sueño, Jorge Luis Borges

La flecha disparada por la ballesta precisa de Guillermo Tell parte en dos la manzana que está a punto de caer sobre la cabeza de Newton. Eva toma una mitad y le ofrece la otra a su consorte para regocijo de la serpiente. Es así como nunca llega a formularse la ley de gravedad.

La manzana, Ana María Shua

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.

El dinosaurio, Augusto Monterroso

Y después de hacer todo lo que hacen se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se visten, y así progresivamente van volviendo a ser lo que no son.

Amor 77, Julio Cortázar

Hay novelas que aun sin ser largas no logran comenzar de verdad hasta la página 50 o la 60. A algunas vidas les sucede lo mismo. Por eso no me he matado antes, señor juez.

Carta del enamorado, Juan José Millás

Recorro su cabecita con mis membranosas manos, ella acaricia las escamas de mi piel. Desde el agua, la observo caminar en soledad por la orilla del estanque, sabiendo que el tiempo que nos queda es escaso. Con cada tic-tac del reloj, Ana se separará un poco más de mí. Siento cómo me abandona, cómo olvida incluso mi nombre. Me agobia no poder seguirla hasta el final del trayecto, mas no hay lugar para alguien como yo en aquello que llaman madurez. ¿Qué ocurrirá cuando la única persona que sabe que existo deje de pensar en mí? Supongo que entonces seré yo quien necesite un amigo imaginario.

Su madurez, mi olvido, Ainara Fernández Martínez

Puro código y algoritmos es el pulso de su cuerpo, metálica canción el trastabillar de sus pasos, fría su caricia en mi piel… Pero el sentir de las palabras que me llora todavía tienen el regusto de los días en los que mi mujer no fue víctima de mi inventiva ambición.

Inventiva, Ricardo Jurado

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA DE EL LLANO

Textos para la sesión del día 17 de noviembre

El alcalde, único funcionario, máxima autoridad y representante de un poder demasiado lejano como para provocar temor, era un individuo obeso que sudaba sin descanso.

Decían los lugareños que la sudadera le empezó apenas pisó tierra luego de desembarcar del Sucre, y desde entonces no dejó de estrujar pañuelos, ganándose el apodo del Babosa.

Murmuraban también que antes de llegar a El Idilio estuvo asignado en alguna ciudad grande de la sierra, y que a causa de un desfalco lo enviaron a ese rincón perdido del oriente como castigo.

Sudaba, y su otra ocupación consistía en administrar la provisión de cerveza. Estiraba las botellas bebiendo sentado en su despacho, a tragos cortos, pues sabía que una vez terminada la provisión la realidad se tornaría más desesperante.

Cuando la suerte estaba de su parte, podía ocurrir que la sequía se viera recompensada con la visita de un gringo bien provisto de whisky. El alcalde no bebía aguardiente como los demás lugareños. Aseguraba que el Frontera le provocaba pesadillas y vivía acosado por el fantasma de la locura.

Desde alguna fecha imprecisa vivía con una indígena a la que golpeaba salvajemente acusándola de haberle embrujado, y todos esperaban que la mujer lo asesinara. Se hacían incluso apuestas al respecto.

Desde el momento de su arribo, siete años atrás, se hizo odiar por todos.

Llegó con la manía de cobrar impuestos por razones incomprensibles. Pretendió vender permisos de pesca y caza en un territorio ingobernable. Quiso cobrar derecho de usufructo a los recolectores de leña que juntaban madera húmeda en una selva más antigua que todos los Estados, y en un arresto de celo cívico mandó construir una choza de cañas para encerrar a los borrachos que se negaban a pagar las multas por alteración del orden público.

Su paso provocaba miradas despectivas, y su sudor abonaba el odio de los lugareños.

Fragmento del capítulo II de Un viejo que leía novelas de amor, Luis Sepúlveda

ALFONSO. Sí, respetable Veremundo; hoy mismo

de las murallas de Gijón me ausento,

donde tanta flaqueza y tanto oprobio

mis indignados ojos están viendo.

El moro triunfa, los cristianos doblan

a la dura cadena el dócil cuello,

sin que uno solo a murmurar se atreva

de opresión tan odiosa. No: aunque en medio

de esta vil muchedumbre apareciese

del gran Pelayo el animoso aliento;

en vano a libertad los llamaría,

ya nadie le entendiera.

VEREMUNDO. Él en el seno

de la etérea mansión goza sin duda

la palma que a los mártires da el Cielo

en el premio a su virtud. Fiero, incansable,

los llanos de la Bética le vieron

casi arrancar él solo la victoria,

que vendió la perfidia al agareno.

Él atajó el raudal a la fortuna

del soberbio Tarif, cuando en Toledo

del victorioso ejército sostuvo

la terrible pujanza un año entero.

De igual valor fue Mérida testigo;

hasta que puesta su cabeza a precio

por el infame Muza; y escondido

desde entonces su nombre en el silencio,

ni de él ni de Leandro el hijo mío

la fama volvió a hablar.

Fragmento del primer acto de la tragedia Pelayo, Manuel José Quintana

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA DE EL LLANO

Sesión del 17 de noviembre

En la sesión del día de hoy, tras la lectura y análisis de los textos escritos por las alumnas, trabajamos los diferentes tipos de mirada que puede adoptar el narrador en relación con los personajes. Estas son desde abajo, cuando el personaje tiene características divinas; de pie, cuando narrador y personaje están en igualdad de condiciones; y desde arriba, cuando el personaje es caracterizado como un ser despreciable, rozando lo animal. Como ejemplos utilizamos un fragmento de Un viejo que leía novelas de amor de Luis Sepúlveda y otro de la tragedia Pelayo de Manuel José Quintana. Con ellos, se habló del tipo de mirada desde arriba y desde abajo, respectivamente.

Como ejercicio para la siguiente clase, el alumnado tiene que escribir un microrrelato, de tema libre y de 120 palabras como máximo. El único requisito es que se incluya un giro sorprendente (plot twist en inglés) hacia el final, para generar así sorpresa en el lector.

Además, el profesor propuso a las alumnas que participasen en el concurso de microrrelatos que organiza la cadena SER semanalmente. No obstante, la participación no es de carácter obligatorio.

TALLER DE CREACIÓN LITERARIA DE EL LLANO

Textos para la sesión del 3 de noviembre

A propósito de estas primeras pequeñas aventuras unilaterales, la más terrible y risible se produjo en ocasión de una carrera endiablada, suicida, a la cual se lanzó Teresa con su Floride cierta noche que regresaban a la ciudad por la autopista de Castelldefels. Habían salido simplemente a dar un paseo, a última hora de la tarde, pero Teresa se había animado a ir lejos y cuando volvían era noche cerrada. Teresa llevaba una blusa a rayas de cuello corto y un rojo pañuelo de seda que flotaba al viento con sus cabellos. Tenía la radio encendida y se oía un cha-cha-cha. El murciano, que nunca había experimentado la emoción de la velocidad en un coche sport, miraba alternativamente el haz de luz de los faros sobre el asfalto, el cuentakilómetros (la aguja pasaba ya de los ciento veinte) y el delicioso perfil de Teresa, mientras con una mano se agarraba firmemente al cristal delantero, y mantenía el otro brazo sobre el respaldo del asiento de la muchacha. «¿Te gusta correr?», le gritó Teresa. Él asintió vagamente con la cabeza. Sentía en las sienes el golpeteo de su propio cabello atezado y en el rostro la furia del viento pegándose, adhiriéndose a la piel como una máscara cálida, mientras que en alguna parte un dulce zumbido iba en aumento y lo llenaba todo. La velocidad era cada vez mayor, y el zumbido se hacía cada vez más agudo y delgado, subía, subía primero por su vientre y luego por su pecho y de pronto inundó sus sentidos y se diluyó en una plenitud silenciosa, sideral, en una pueril emoción de luz de luna, de ingravidez… Pero Manolo desconfiaba de las emociones mecánicas (recordó oscuramente que una vez el Cardenal le habló de ciertas máquinas tragaperras que echándoles una moneda se la cascan a uno, en los Estados Unidos, debía ser un chiste) y sospechó que todo se había confabulado para aturdirle: la luna y las estrellas y la noche tan azul derramaban promesas engañosas. Su habitual desenvoltura en torno a la hembra no había previsto este ataque traicionero, esta borrachera de los sentidos, y por vez primera en la vida se sintió frágil, pequeño, vulnerable y oscuramente sucio, vencido de antemano por aquella hermosa fuerza conjunta (automóvil-ricamuchacha-cha-cha) que le lanzaba a través de la noche a velocidades de vértigo. No supo lo que fue, si el perfil adorable de Teresa con los labios entreabiertos y los rubios cabellos al viento, flotando trenzados con el rojo pañuelo (una llama fulgurante en la noche) o el ardiente roce de las caderas, o tal vez la misma velocidad, aquel vehemente zumbido que era la plenitud de algo, pero lo cierto es que en un momento dado, súbitamente, un júbilo sordo, un dulce vacío en la médula (¡para, loca, despacio!) una excitación que nunca en la vida había experimentado y un ardor punzante produjo el segundo y definitivo cambio en sus sentidos: un brusco taponamiento en los oídos, mientras ingresaba en alguna región etérea y echaba suavemente la cabeza hacia atrás (¡para, nena, para!) y miraba el firmamento, y la música del cha-cha-cha envolvió su cabeza y flotó, y se estremeció, y creyó disolverse allí mismo… en el preciso momento en que Teresa (oh niña ingrata) frenó bruscamente al borde del autopista y, con gesto desfallecido, ella también, apoyó la cabeza despeinada en el volante y dejó escapar un profundo suspiro.

Fragmento de Últimas tardes con Teresa, Juan Marsé

Una tarde, el primer verano de Susanna, Agnes percibe un olor nuevo en la casa.

[…]

Es un olor fuerte, acre, como de alimentos podridos o sábanas sin orear. No lo había notado nunca. Si tuviera color sería verde grisáceo.

[…]

¿Qué es? Huele a flores marchitas, a plantas que llevan demasiado tiempo en el agua, a estanque podrido, a liquen húmedo. ¿Habrá algo en la casa que se esté pudriendo?

[…]

También sabe que ese olor, ese aire podrido, no es algo físico. Tiene un significado. Es una señal, una señal de algo… algo malo, algo que no está bien, algo discordante en la casa. Lo nota, crece y medra en alguna parte como el moho del revocado en invierno.

[…]

[El padre de Susanna entra.] Agnes se da cuenta de que él coge una taza, la llena de agua de la jarra, la bebe, y después bebe otra y otra más. Da la vuelta alrededor de ellas y se deja caer en la silla de enfrente.

Agnes lo mira. Nota su propia respiración, aire que entra, aire que sale, como un árbol al viento. Vuelve el olor amargo y húmedo. Es más fuerte. Está ahí, delante de ellas. Sale de él como humo, se acumula encima de su cabeza en una nube verde grisácea. Lo lleva consigo, es como si el olor lo envolviera, como bruma. Es como si le saliera de la piel. Examina a su marido. Parece el mismo de siempre. ¿O no? A pesar de la barba, lo ve demacrado, pálido como el pergamino. Tiene los párpados hinchados y las ojeras moradas. Parece que mira por la ventana, pero en realidad no lo hace. Es como si no viera lo que tiene delante. Una mano reposa en la mesa, entre los dos, llena de aire vacío. Se diría que es un hombre dibujado sobre un lienzo fino, sin nada detrás; como si le hubieran chupado el espíritu o se lo hubieran robado por la noche.

Fragmento de Hamnet, Maggie O’Farrell